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Pedra, pedrapiquers i hipocresia institucional a l´ajuntament de Dénia

L'entrada de hui és, més que res, una reflexió arran de la presentació de la col·lecció monogràfica de Josep Ivars sobre la pedra picada o de cantera i sobre aquells que la van fer possible: els pedrapiquers. No voldríem començar aquest article sense abans felicitar i donar les gràcies a l’autor per aquesta obra, on documenta, un per un, els vestigis de la gran indústria que va tindre el poble de la Xara en les faenes de canteria: tots aquells brancals de porta, cantoneres de cases bones, voreres de carrers, etc. Però, sobretot, per haver posat noms i cognoms als mestres pedrapiquers que ho feren possible. Gràcies, Pep. El noble art de picar pedra El treball de picar pedra ha sigut, al llarg dels segles, un dels oficis més durs i alhora més imprescindibles en la construcció tradicional. Els mestres pedrapiquers eren els encarregats de transformar la roca viva de les muntanyes en blocs de pedra perfectament treballats, donant forma a carreus, brancals, dovelles, llindes i molts altr...

La Serreria Domenech

Este edificio, ubicado en el chaflán entre la calle Diana y la Vía, suele pasar desapercibido para los transeúntes debido a su avanzado estado de deterioro. Sin embargo, a pesar de su aspecto casi ruinoso, es un testimonio elocuente de un periodo de gran esplendor en la ciudad de Dénia: la época dorada de la producción de pasas. Este edificio es uno de los exponentes más importantes del patrimonio industrial de la ciudad. Sin embargo, aunque su valor histórico es innegable, el ayuntamiento no ha tomado medidas para protegerlo y preservarlo, lo que lo convierte en uno de los muchos edificios amenazados por el derribo en Dénia.


Construido en la década de 1900, este inmueble fue diseñado exclusivamente con fines industriales. Se erigió para albergar una serrería de gran envergadura que se dedicaba principalmente a la fabricación de cajas, esenciales para el envasado de las preciadas pasas de Dénia. En esa época, estas pasas se exportaban a nivel mundial, generando una fuente de riqueza significativa tanto para la burguesía dianense como para los agricultores de la Marina Alta.

Uno de los propietarios más destacados de esta serrería fue el empresario dianense José Riera Vallalta, quien también fue el primer propietario del hotel El Comercio. El historiador de Dénia Javier Calvo destaca la importancia de esta empresa, que incluso llegó a abrir una sucursal en Valencia. La serrería contaba con 22 sierras de cinta y, en su afán de expansión, llegó a importar madera del Báltico. Además, Riera Vallalta fue cónsul del Imperio Alemán a principios del siglo XX. Imaginen el bullicio de la fábrica en aquellos tiempos, con carros cargando cajas de madera, barcos arribando al puerto con material y trabajadores en plena actividad: un auténtico símbolo de la industria y la prosperidad de Dénia en ese contexto.

La serrería alcanzó su apogeo en la década de 1920, durante la dictadura de Primo de Rivera y los primeros años de la Segunda República. En 1923 se constituyó la Sociedad Anónima Juan Bautista Domenech, con un capital inicial de un millón de pesetas, una inversión enorme para la época. Según Rosa Seser, directora del Archivo Municipal de Dénia, la plantilla llegó a superar los setenta empleados, lo que refleja la magnitud de esta empresa.

Con la muerte de Juan Bautista Domenech en 1929, la empresa fue liquidada, y el edificio pasó a ser arrendado a uno de sus trabajadores. No obstante, si miramos aún hoy su fachada principal, desgastada por el tiempo, podemos ver grabado el apellido “Domenech” como protagonista central, un vestigio de una época de prosperidad que hoy permanece en riesgo de desaparecer.

Este edificio no solo es un monumento a la industria de la pasa, sino también un reflejo de la historia social y económica de Dénia, que merece ser preservado como un legado vivo de su patrimonio cultural.




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